DOLORES.- Casi como si fuera una cábala, Mauricio Macri volvió a elegir llegar a pie, rodeado de varios de sus íntimos y un puñado de militantes, laderos fieles en esta repetida visita al Juzgado Federal N°1 local. “Se ve que gustó la épica, que lo acompañemos como la semana pasada”, dice una señora con bandera argentina sobre la espalda y un cartel en mano que dice “Fuerza Mauricio”.

Esta vez no hubo acto en la plaza ni tantos dirigentes para rodearlo. Tampoco militantes de Pro llegados desde otros distritos ni pancartas notorias para recibirlo. Apenas una expresión de apoyo resumida en no más de 150 personas que lo aplaudieron y lo alentaron antes y después de su paso por el despacho del juez Martín Bava.

Aunque se había asegurado que su llegada sería directa a la sede judicial, en particular porque la partida hacia Dolores se demoró más de lo esperado, el expresidente volvió a elegir como el jueves pasado una escala previa en el palacio comunal local. Allí lo recibió el jefe de gobierno municipal, Camilo Etchevarren, y lo esperaban varios dirigentes. Entre ellos Graciela Michetti, que reaparecía en una actividad pública y política, quizás la primera desde que dejó la vicepresidencia de la Nación, hace dos años.

Aunque no había nada organizado, en pueblo chico se supo pronto de este paso de Macri por la intendencia. Lo esperaron varios vecinos y un grupo de periodistas entre los que avanzó camino a la escalinata de ingreso. En ese paso manoteó un micrófono, se lo quedó en la mano y luego lo dejó. Era el del cronista de C5N.

Esta reacción frente a la presencia de los medios mereció críticas a viva voz entre colegas de prensa que estaban en el lugar y, horas después, comunicados críticos tanto de Fopea como Adepa.

Un aplauso cerrado puertas adentro del palacio comunal anticipaba la salida de Macri, que había dejado el saco con el que llegó para volver a caminar en camisa, como hace siete días. En aquella oportunidad llevó durante todo el recorrido una bandera argentina entre las manos. Esta vez las usó para empujar la silla de ruedas en la que iba Michetti, al frente de la caravana.

Caminó bien lejos de los medios, resguardado por su propia seguridad y algunos efectivos de la policía provincial. Durante el recorrido saludó al paso a algunos vecinos y cruzó algunas palabras con sus compañías más próximas, el citado Etchevarren y Hernán Lombardi.

En las puertas del tribunal se encontró con algunos grupos ruidosos al momento de manifestarle apoyo. En su mayoría mujeres, lo recibieron cantando “Venceremos”, un tema musical de Jairo. Apareció otro con bengalas, pronto alejado por los policías, que debieron redoblar esfuerzos para garantizar un pasillo directo que le permita llegar hasta el ingresó al juzgado.

La espera esta vez fue más breve que hace una semana. Subió al despacho de Bava a las 12.10 y estaba de nuevo en la vereda, sonriente, a las 12.52. En esos poco más de 40 minutos se había negado a contestar preguntas y dejó un escrito a modo de respuesta frente a la indagatoria que afrontó.

En la puerta volvieron a quedar algunos de los querellantes en esta causa por supuesto espionaje ilegal. Estaba Luis Tagliapietra, padre de Alejandro, uno de los oficiales fallecidos en el submarino San Juan. Y la madre de un pescador que murió en el hundimiento del buque Repunte, también objetivo de escuchas ilegales. El primero había presentado ayer un escrito para que Macri no solo no pueda salir del país sino que quede detenido. Otra vez, como hace una semana, lo vieron partir del juzgado en la Toyota Hilux negra rumbo a su domicilio.

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